Paraiso de garcillas bueyeras: Santoña

Ayer amaneció el día fresquito pero sin lluvia y decidimos acercarnos hasta Santoña por si caía algún pajaruelo perdido entre la bruma y las marismas.

No habíamos llegado aún cuando descubrimos en una campa junto a la carretera un pequeño mar de garcillas bueyeras, disputándose el honor de picotear entre las dos únicas vacas presentes.

Oye…estos no son de por aquí, ¿No?

Mientras mi fotógrafo preferido las sacaba bien guapas, yo me distraía con un busardo y un milano real. Y saludando a los perrillos de la zona.

Nop. Creo que se han perdido…

Las garcillas parecían no tener miedo de los humanos. O no nos vieron peligrosos…

En cinco minutos se van y nosotras seguimos a lo nuestro.

Seguimos camino hasta la primera extensión de marisma. La marea estaba bastante baja y los animalicos se veían muy lejos, como este archibebe claro que nos vigilaba en la distancia.

Ahora porque me ven de cerca, pero al principio me han confundido con otro…

Sin embargo, el zarapito real nos hizo el honor de aproximarse para la foto.

Y yo pegando grititos para que se marchen, pero no se dan por aludidos

En Cicero, junto a la marisma, en una campita acotada. Tres veces nos pidió una foto este petirrojo.

Primero en el árbol, luego en la valla y ahora aquí…¡Me ha faltado saltar sobre el perro guardián!

Y una bandada de jilgueros nos amenizó bajo la ligera lluvia que caía.

Bajo la lluvia toda la comida sabe más fresca…
…las semillas más sabrosas…
…y el pico se limpia mejor.

Ya en el puerto de Santoña, este elegante gaviota sombría con su mejor perfil destacaba contra el sombrío fondo nuboso.

No hay como un buen fondo para resaltar mi belleza natural

Y estos divertidos cormoranes muy jóvenes, como se deduce de su vientre blanquecino y la cara de todavía polluelos que tienen. Las patas son aún claras, no oscuras como las de los adultos. Hasta el tamaño era reducido, como se aprecia al compararlo con la gaviota reidora que los acompañaba.

Somos cormoranes moñudos, somos más pequeños que nuestro primo el cormorán grande

En nuestro última vuelta hacia el dique separador entre la canal de Boo y la marisma de Solija (o Bengoa, depende de quién la nombre), se nos cruzó un andarríos despistado por el centro del pueblo.

Por favor, ¿el río más cercano?

Oscurecía ya en esos momentos, propiciando el éxodo masivo de garcillas hacia este reposadero y tuvimos la suerte de coincidir con un grupo de pajareros disfrutones, una encantadora gente de Salamanca con la que compartimos esta maravillosa estampa…

Nuestro árbol de Navidad favorito.

Maravillosa Santoña, como siempre.

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