El mes pasado hicimos una visita a los patitos azulones de Trapagaran y, mira por donde, tuvimos premio: un pato joyuyo. ¿De dónde salió?
No llamaba demasiado la atención entre sus parientes más europeos, sólo parecía…distinto…
…como cuando nos visita un amigo con acento diferente y todos quieren conocerle, por eso de la novedad. Que ni es mejor ni peor, pero, ¡Córcholis! ¡Es que es nuevo!!!
Pues nuevito y recién llegado estaba este pato joyuyo. Según me comentó un transeúnte bien entrado en años, había llegado el día anterior…
…y sí parecía novato, porque los demás de la cuadrilla le tenían ligeramente apartado…
…Y le daban algún revolcón de tanto en tanto.
Le observamos mientras se escondía de la «patada criminal» y se refugiaba en un recodo del río.
Desde allí inició un descenso cauteloso hasta alcanzar la corriente…
…dejándose llevar por el vaivén de la riada…
…hasta llegar a un pequeño remanso,
en el que se quedó tranquilo.
Hoy hemos vuelto a comprobar su estado y nos ha sorprendido mucho…
…descubrir una clara mejoría. Está más guapo, más alto, más…colorido
Los pequeños «desperfectos» que tenía en las mejillas se han cubierto de fantásticas plumas nuevas…
el plumaje en su totalidad luce colorido y firme, perfectamente delineado…
…como corresponde a un ejemplar en buen estado. La cabeza, las líneas que rodean el pico, el dibujo del pecho…
…todo parece indicar que nuestro joyuyo ha llegado a un buen lugar en el que vivir.
Que también pudiera ser que acababa de pasar su momento eclipse, cuando los patos mudan las plumas, y por eso pareciera tan desangelao…
…pero nos gusta pensar que su mejoría se debe a que ya está perfectamente integrado!