En el barrio de Rekaldeberri, en la carretera que sube a Betolaza, de dirección única y poco tránsito, existe una zona de curvas con jardines a un lado y el corte vertical de piedra al otro. Zona en la que residen los colirrojos tizones más dicharacheros que nos hemos encontrado nunca.
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Casi habituados a la convivencia con los humanos, se dejan ver y en las fotografías parece que estuvieran posando, como es el caso de esta colirrojo de curiosa expresión.
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Era un día muy nublado y casi al anochecer, como muestra ese fondo plomizo, fundiéndose los tonos en un cuadro casi de estudio.
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Firmemente apoyada en un murete, esta simpática pajarilla nos obsequió con sus poses más coquetas
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como preguntando si salía favorecida…
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hasta despedirse dando por finalizada la sesión
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porque, en realidad, ella venía a otra cosa
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