En el bilbaíno barrio de Rekalde, camino hacia el monte Arraiz, existe una carretera sólo de ida, llena de curvas y con poco tráfico. A un lado, la pared de roca con un corte vertical. Al otro, en uno de sus meandros, un jardincillo con matorrales y arbolillos sirve de residencia habitual a una numerosa tribu de colirrojos.
Tras observarlos varios días, decidimos hacer una sesión de fotos intensiva…descubriendo que estaban tan acostumbrados a la especie humana que se portaban casi como gorriones, sin miedo.
Incluso parecían observarnos con cierta hostilidad…quizás nos estábamos metiendo demasiado en su terreno…
O sólo nos ignoraban. Otro humano más pasando por aquí, buf, que aburrimiento…
Al pie de los arbustos, la madre naturaleza proporciona generosa ración de gusanitos…
Y junto a la zona rocosa, un espacio perfecto para protegerse
En una parte de esta zona se instaló un red metálica como prevención , y los colirrojos han aprovechado para construir nidos allí, en compañía de carboneros y herrerillos.
Veis? igual que un gorrión, esperando las miguitas
La zona ajardinada les sirve para juegos y revoloteos varios
y la rocosa para darnos estas imágenes de saltos
Los árboles, como lugar de observación, desde donde no nos quita ojo este vigilante…
Hasta que nos despide esta colirrojo, deseándonos un feliz día, gracias por la sesión!