La primera vez que vi un trepador azul recorriendo el tronco de un abeto, allá en el bosquecillo a la entrada de la zona de barbacoas, en Arraiz…me paralicé.
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Era un día soleado y sus colores lucían tropicales, azul en la espalda, naranja en el dorso, su carita blanca con la marcada línea negra en el ojo…
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todo parecía indicar que me había teletransportado a una isla tropical, que un ave tan bella no podía existir aquí.
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Así que contuve la respiración mientras mi compañero sacaba foto tras foto
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click, clikc, click, sin respirar siquiera…
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mientras el trepador saltaba de árbol en árbol, acercándose…
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se lanzó en un corto vuelo
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hasta situarse en el árbol sobre nuestras cabezas…
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para salir guapo en la foto
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y allí le dejamos, satisfechos y felices con la sesión que nos había dedicado.