Días después de haber visto, fotografiado y documentado la existencia de un pavo real blanco en la zona del puente de Abusu, nos acercamos a comprobar que el bichillo seguía por allí, rodeado de sus nuevas amistades. Mira, ahí está, en perfecto estado de revista…
Espera…¿Qué demonios es ese…ave…pato…ganso…que hay en las rocas??? ¡Imposible!!!
Esa anátida no es para nada propia de esta zona. Ni hablar. Ni de la zona norte. Pero si es una ave que cría en las islas del Ártico! ¿Qué demonios hace aquí?
Son gansos migratorios que permanecen en sus cuarteles de cría desde mayo a septiembre, y su comportamiento les lleva a alejarse de los seres humanos…así que resulta difícil de creer que un ejemplar de esta especie anadee por la Peña…
…Por lo que me inclino a pensar que quizás, sólo quizás, sea otro animalillo escapado de algún corral cercano. Porque, sí, lo habéis adivinado: también se cría como especie «decorativa», para jardines y zoos de …¿gente rara?(pfff)…
El caso es que este ejemplar nos sorprendió con un graznido-ladrido muy curioso, y procedimos a observarlo todo lo cerca que nos permitían las circunstancias. Ventajas de un teleobjetivo muy adecuado para la ocasión.
Era la hora del atardecer, el sol comenzó a reflejarse en las ondulaciones del agua…
…dando a nuestro protagonista la ocasión de salir un poco más guapo…
…y demostrar que una buena mirada dirigida a cámara…
…seguida de una posturita indiferente, quedaba mucho más elegante…
…en contraste con los tonos irisados bronce y azul del líquido elemento.
Fueron pocos minutos los que mantuvo la pose, pero suficientes para disfrutar…
…de su cara blanca, pico, cuello y pecho negros…así como su pico y patas, negras también.
El plumaje de las partes superiores es de color gris con listado blanco y negro…+
…las partes inferiores blancas con listado gris claro en los costados…
…y cuando está en vuelo presenta una franja blanca en forma de V en su zona caudal superior, muy contrastada con su obispillo y resto de la cola negros.
Y eso fue todo. Desplegó las alas y escapó de nuestro acoso…y aquí le tenemos con el fondo grafiteado de las paredes de la Peña, para que todo el mundo pueda comprobar que estuvo allí.
Sorpresitas que te da la vida…la vida y nuestros paseos habituales por la zona de Abusu, a saber, por el puente junto a la ikastola.
En esta zona reside desde hace un tiempo un pavo real blanco. Sí, has leído bien, un-pavo-real-blanco. Helo aquí, pa’ que veas que no te engaño…
Según nos contó una vecina del barrio, llevaba rondando por allí un mes, seguramente escapado de algún corral no muy lejano…Llegó un día, le gustó el buen ambiente y se quedó.
No está identificado, ni anillas ni chapas de ningún tipo. Vamos, un total desconocido. No debe tener dueño…y si éste quiere reclamarlo, no puede demostrar que sea suyo.
Por las plumillas de la cabeza y su color sucio-de-chocolate, sabemos que es un ejemplar juvenil.
Y dada su forma de caminar, más agachada, -se supone que los machos caminan más erguidos, a lo gallito-puede que sea una hembra. ¡Aunque nadie ha bajado hasta la ría a preguntarle!
Parece llevarse bien con las gaviotas, los patos, el ganso del Nilo, los cormoranes, los andarríos…incluso con los gatos.
Esperemos que las lluvias y la subida del nivel del agua no acaben arrinconándole…
…y se vea obligado a subir hasta la carretera…o a buscarse otro lugar donde residir…
O quizás aprenda a nadar y se convierta en otra de las aves acuáticas propias de la zona!
Estaremos pendientes de él…o de ella. ¡Hasta la próxima!
Entre las simpáticas bisbitas tenemos a nuestra visitante habitual de invierno, la bisbita pratense, y a la turista veraniega, la bisbita arbórea. En estas temporadas es fácil deducir cuál es cuál, ya que la otra no está, pero en épocas de paso se me hace especialmente difícil si no oigo el canto: nuestra pratense tiene un bisbiseo más sencillo que la arbórea, cuyo canto es más melodioso. Físicamente son tan, tan parecidas que a simple vista no doy una….
…Y después de mucho investigar y basarme en muuuuchos expertos, paso a elaborar una pequeña lista de detalles a tener en cuenta.
Bisbita pratense: atentos al dato, su época es el invierno. Canto básico, bisbis.
Pico fino y su base o mandíbula inferior de tono: amarillo-naranja
Patas tirando más a color: carne-anaranjado.
Es la bisbita más habitual con diferencia y un ave migratoria que se puede ver en España durante el invierno. Muy habitual en los verdes prados de toda la costa Cantábrica.
La cabeza y el dorso son de color marrón fuertemente estriados.
Estriado del flanco igual que el del pecho: las pequeñas rayas que lo atraviesan tienen en los dos el mismo tamaño, por lo que se distinguen mejor en la distancia, dando una sensación de continuidad.
La ceja es de un color ante disimulado, poco marcada.
Uña posterior muy larga. La uña es llamativamente más larga que la longitud del dedo.
Recuerda: es muy parecida al bisbita arbórea, pero puede distinguirse porque la pratense aparece en invierno y la arbórea en verano.
Bisbita arbóreo: llega en primavera. Canto más melodioso, variedad de notas.
Pico ligeramente más robusto que en la pratense, con la base rosada.
Patas claras, tirando más a rosado.
Con la uña del dedo posterior corta (igual o menor que el dedo).
La ceja blanquecina, más visible que en la pratense.
Estriado del flanco menor que el del pecho.
Es la única bisbita que se ve por el verano (excepto la alpina, pero está en montaña). Se alimenta en el suelo como el resto, pero se posa normalmente en los árboles o arbustos. Se encuentra en brezales con árboles dispersos, bosques abiertos y bordes de bosques.
Y en el monte Arraiz nos ha proporcionado este bonito espectáculo: el vuelo nupcial de la bisbita arbórea. Desde un posadero elevado, asciende casi en vertical, comienza a cantar cuando ha alcanzado la mayor altura y se deja caer en una postura de alas extendidas y cola alzada, como un paracaídas, a la vez que emite su melodía.
Y lo repitió. Como veinte veces. Se tomaba un descansito para saludar a la novia, y vuelta a empezar. Es la primera vez que vemos el vuelo nupcial de esta amiguita, la bisbita arbórea. ¡Y nos encantó!
Santoña, sábado morning, soleado y cálido día. Extenso paseo por toda la zona de marismas sin ver más que alguna garceta despistada y unas cuantas gaviotas. Y el sol apretando. Buscando la sombra para descansar un ratito se nos cruza una imagen por el rabillo del ojo…
…y enfocamos nuestras miradas hacia esta fantástica garza imperial que se pasea por la orilla echando pequeños vistazos al agua.
El fotógrafo ni respira mientras prepara la cámara. Hasta nuestra perrita ha detectado la tensión y corre a buscar una sombra, sabiendo que vamos a estar un ratito largo sin movernos.
Nuestra preciosa ardeida apunta con su largo pico a modo de arpón fijando su objetivo…
…y en lo que dura un click sin darnos tiempo a pestañear ya se ha lanzado a por su presa.
No parece tan fácil sacarla, se produce una pequeña pelea…
…y la cabeza de la garza emerge con algo firmemente atrapado en su pico…
…que resulta ser una hermosísima anguila, retorciéndose..
…y enroscádose en el afilado estilete, buscando la forma de librarse de su captora…
…casi trepando por su cabeza…
…intentando escurrirse y rebelándose hasta el punto en que muerde firmemente la parte inferior del pico. Y no se suelta!!!
Durante unos instantes parece que se van a quedar así, en tablas. Ni la garza se deshace de la anguila ni la anguila se suelta del pico.
Hasta que el ave le da un par de meneos, golpes contra el suelo, sacudidas, la agita en el agua con decisión…
…y consigue ganar la pelea. Y lo siguiente que hace la garza nos sorprende:
Deposita a su presa muy suavemente sobre la hierba, la observa unos instantes…
…y se da media vuelta. ¿Ha realizado un trabajo tan duro y ahora no se la come?
Pues estará llenando la despensa. ¿O quizás era un regalo para su novia?
Y allí la dejamos, oteando de nuevo la superficie del agua, preparando la comilona del domingo.
En el humedal de Bolue, mientras los pajareros esperan la fugaz aparición del siempre presente pero esquivo martín pescador, se divisa un lejano punto en el cielo. El oscuro punto se acerca, se agranda…y se introduce en el agua mansa resurgiendo en forma de joven cormorán.
Bucea con un nítido chapoteo, alborotando a la nívea garza, las cuatro gallinetas y la media docena de ánades azulones que se alimentan por la zona. Tras un par de largos bajo el agua, emerge y vuela hasta el tronco más cercano, que resulta ser el que mejor nos pilla para fotografiarle…
Precioso espectáculo representación del ciclo corto de lavado (ni cinco minutos ha tardado).
Y ahora es cuando comienza el ballet, sólo falta la música de orquesta de fondo.
En ese momento el rumor del agua y las hojas de los árboles al compás del viento generan una perfecta sinfonía, que nos hace recordar la famosa danza…
Y nos quedamos con la sensación de haber recibido un digno regalo. La naturaleza y el arte en un mismo espacio. Gracias, joven cormorán.
Acercaos al humedal de Bolue. ¡Nunca se sabe cuándo puede ser la próxima representación!
Último domingo de noviembre y de la pasada nueva estación otoñoveraniega. Que sí, que ya se ha acabado lo bueno y estamos de agua hasta las orejas, pero que nos quiten lo bailao, ya hemos disfrutado de todo el sol y buen tiempo.
Lo dicho, lucía un día fantástico para hacer lo que más nos gusta: paseo y pajareo. Y para ello nos desplazamos hasta Portugalete en el maravilloso tren, medio de transporte que nos encanta. Pena que ya se termine el plazo de los abonos de Renfe…ha sido una excelente y muy aprovechable idea.
Comenzamos nuestra andadura en la estación del tren en Portu, llegando hasta el puente colgante o puente Bizkaia entre turistas y propios del lugar que también querían aprovechar los restos del verano, y al rebasar la zona de embarque, lo vimos:
Un precioso ejemplar de cormorán moñudo juvenil…patiamarillo!
Es habitual que los cormoranes tengan las patas de color negro o muy oscuro, pero en algunos casos se da esta coloración, lo que los hace más llamativos. El jovenzuelo atrapaba las miradas de todos los transeúntes y también cautivó a nuestro fotógrafo. Cómo resistirse…¡Mirad que ojazos!
Posó, saludó, agitó sus plumas y paralizó el tráfico de paseantes curiosos que se detenían a fotografiarle entre sonrisas y comentarios sobre sus patas.
Tras la sesión de fotos le dejamos con su corte de admiradores y llegamos a la zona que da título a este post: mares de plata y fuego
Sobre este bloque que pudiera semejar un iceberg a la deriva jugueteaban un par de gaviotas juveniles patiamarillas.
Y con el mar en calma, espejado, el sol en el punto justo y los barcos amarrados en el puerto de Santurce, parecíamos estar uno de esos lugares mágicos entre fiordos.
En este primer mar de plata, sobre la txalupa MILA, la capitana gaviota sombría observa las maniobras en los barcos adyacentes y en el paseo. Pescadores, jovenzuelos apostados en los bancos, y un par de pajareros encantados de saludarla.
Cuando la plata azulea, el agua espejea. Una gaviota reidora parece flotar sobre el hielo, indiferente…
…hasta que decide echarnos del lugar entre grititos. Al parecer, no somos bienvenidos en su remanso de paz.
Y mientras una servidora se entretenía con esta señorita, el avezado ojo del fotógrafo descubrió el fuego: el reflejo rojo de un barco de la zona daba al agua un resplandor inusual, dejando esta deliciosa estampa de tonos incendiados.
Lo dicho: entre plata y fuego.
La belleza existe en cualquier rincón. Abre los ojos y la mente. Observa. Disfruta. Pequeños placeres que alegran la vida. ¡Nos vemos en el próximo paseo!
El primer contacto con el cistícola buitrón es un característico sonido que cruza el aire. Y nada más. No se ve pájaro volando, Txip! No se ve avecilla posada, Txip! No consigues localizar de dónde proviene ese sonido…
Sientes que algo te observa, te analiza, te espía, Txip!
Miras en todas direcciones: nada por el cielo, nada por la hierba, nada por el horizonte. Mientras, el fondo musical continúa Txip-Txip-Txip…
Y cuando estás a punto de rendirte, por el rabillo del ojo ves una diminuta figura que toma forma sobre una brizna de hierba. ¿Tan pequeña? ¿En serio?
Allí está, sobre el manto verde, o la espiga color de sol, o la resalada margarita. Un pajaruelo de tonos terrosos con blancas puntas en la corta y redondeada cola…
…espalda pardo-rojiza con listas oscuras por todo el cuerpo, vientre blanquecino, y piquito ligeramente curvado.
Pues bien: ahí donde lo veis, de unos 10 cm de tamaño y un peso de 8 a 12 gramos, si tenemos en cuenta sus nombres vernáculos -es decir, los propios de cada región-, se convierte en el pajarillo más grande y fuerte del lugar.
Atención: cierrapuños, tumbabarcos (Huelva y Sevilla), tumbacarretas (Doñana), esclafamuntanyes (revientamontañas , por Valencia), esto para empezar alabando su fuerza desmedida.
Por Huelva exageran un poco su tamaño, llamándolo bueyesito…
Haciendo referencia a su peso y exagerándolo «sólo un poquito» : cienlibras, en la zona de Doñana.
En otros lugares como en Badajoz y Teruel se tiene en cuenta su pequeño tamaño, disminuyéndolo aún más: pájaro mosca y moscareta.
También se le conoce como peti-rei o reiet que significaría pequeño rey, en el delta de l’Ebre…
…y por múltiples nombres de procedencia onomatopéyica como titet, sit, tintin, trit. En Montalbán, pajarito del quejío, de tanto que se queja el pollo!
Por Huelva/ Sevilla, utilizan el simpático apelativo de zosquitito.
Y en nuestra zona, el pajarillo de los juncos, ihi-txori.
Como veis, es una humilde avecilla de gran fuerza y habilidad en el imaginario popular, capaz de romper montañas y hundir navíos. Pero para mí, siempre será el resalado cantarín que pega saltos en el aire al ritmo incansable de su ¡Txip-Txiiip!!!
Podría decirse que en Noja tenemos nuestra segunda residencia: por un módico precio y cierta habilidad montando la tienda de campaña podemos disfrutar de la hospitalidad del camping Los Molinos, junto con nuestra pizpireta perrilla, Itzal.
Llegamos a mediodía y ya nos estaba esperando este mozuelo extremadamente rubio para los tonos habituales de los ratoneros. Nos tuvo en duda: que si busardo, que si milano «deslavao», que no, cómo va a ser un milano, que si mírale el dibujo de las alas…Pos eso, como no le vimos en vuelo, busardo, ale.
Si algún experto en la sala me jura que es milano, sería el más clarito jamás visto. Así que yo sigo con lo mío. Bu-sar-do!
Tras un baño rápido en la playa de Trengandín, nos tomamos un descansito junto al mirador de la marisma de Victoria. Allí vimos hace un par de años este magnífico lagarto verdiazul que nos dejó extasiados. Y ya que estábamos, nos comimos un bocata, que la playa da hambre.
Acabado el tentempié, nos acercamos a el Molino de las Aves, donde se pueden observar tooooodas las que se acercan a la marisma Victoria. Pululaban por el lugar unas cuantas cigüeñuelas, que este año se han prodigado por la zona.
Algo tendrá que ver la menor presencia de depredadores. (No sé, a mí me lo han contado…) Parece que cuando hay menos presencia de garzas, el resto de las aves están más tranquilas y …
…se dan mejores condiciones para su asentamiento y reproducción.
Por otro lado, nos sorprendió la escasez de fochas, acostumbrados a verlas en cantidad por esos lares…
…y al comentarlo, nos dijeron que este año los cisnes se han hecho los dueños de la marisma, imponiéndose a otras aves…
Y como tienen muuuucho carácter -por no decir mala uva-, las fochas han elegido parajes más tranquilos para anidar.
Oteando el horizonte reconocimos a la garza imperial, patrullando los arenales…
…hasta que detectó algo por el rabillo del ojo…
…y en el tiempo que nos llevó enfocar, ya tenía su presa bien pillada.
Entonces comenzó el espectáculo: que si este bicho es muy grande y no me cabe por el gaznate, que si me lo trago y lo vuelvo a echar…
Tres intentos le costó poder engullir lo que creemos que era una rata de agua. Y después se quedó absolutamente inmóvil mientras el bicho descendía por su garganta…
Dejamos en paz a la garza y volvimos nuestra atención hacia una preciosa espátula en pleno proceso de acicalamiento.
A pesar de los niños visitando el molino entusiasmados ante tanta variedad, y los padres disfrutando de la algarabía, ella seguía a lo suyo…
Absortos en la observación de la señorita de blanco y las pequeñas cigüeñuelas, surgió la vocecita de un chavalín:
¿Y eso qué es? ¿Un pingüino?
Y de repente estábamos todos sacando fotos al martinete.
Hay que reconocer que, a pesar de ser pariente de las garzas, tiene un aspecto más redondito y «pingüinil».
Con la llegada de más visitantes al Molino de las Aves y teniendo en cuenta el cansancio del día, nos separamos de los futuros pajareros para tomar la última foto de la visita: esta preciosa lagartija tomando el sol en las piedras exteriores.
En la playa de la Bola en Algorta, además de diversas aves refugiándose de las tormenta, es fácil encontrar una buena bandada de gaviotas reidoras. allí recalan con ánimos jocosos, pendencieros y alborotadores, como esta parejita que nos ofreció todo un espectáculo acrobáticocircense.
Asoman tímidamente entre la espesura al comienzo de la primavera, llegadas del África Occidental.
Ligeramente rechonchos, de largo pico color naranja, vientre de tonalidad amarilla y flancos pardos…
…y dorso pardo-verdoso color camuflaje perfecto. Fácilmente confundibles con cualquier pajarillo de los marrones, ya sabes, mosquiteros, curruca zarcera, colirrojos por detrás…si lo quieres identificar por la espalda, lo llevas claro.
Para que podáis comparar y diferenciar: los mosquiteros son ligeramente más pequeños y de aspecto más delicado, no como el zarcero que parece un mocetón de pueblo…
Le gustan mucho las zonas con arbolado bajo y arbusto pinchudo, a ser posible con algún arroyuelo cercano. Es el rey de las zarzas, como su nombre indica…
…aunque otro de sus lugares favoritos se encuentra en las laderas del monte Arraiz: las viñas.
Esconde sus nidos en el entramado arbustivo, aprovechando los brotes algodonosos de algunas plantas y el tejido de las arañas, una mezcla muy resistente.
Y…¿Sabes porqué al zarcero común también se le llama zarcero políglota?
Entre sus cantos más o menos melodiosos introduce imitaciones de otras especies, ¡convirtiéndose así en un entendido en lenguas!