En el humedal de Bolue, mientras los pajareros esperan la fugaz aparición del siempre presente pero esquivo martín pescador, se divisa un lejano punto en el cielo. El oscuro punto se acerca, se agranda…y se introduce en el agua mansa resurgiendo en forma de joven cormorán.
Bucea con un nítido chapoteo, alborotando a la nívea garza, las cuatro gallinetas y la media docena de ánades azulones que se alimentan por la zona. Tras un par de largos bajo el agua, emerge y vuela hasta el tronco más cercano, que resulta ser el que mejor nos pilla para fotografiarle…
Precioso espectáculo representación del ciclo corto de lavado (ni cinco minutos ha tardado).
Y ahora es cuando comienza el ballet, sólo falta la música de orquesta de fondo.
En ese momento el rumor del agua y las hojas de los árboles al compás del viento generan una perfecta sinfonía, que nos hace recordar la famosa danza…
Y nos quedamos con la sensación de haber recibido un digno regalo. La naturaleza y el arte en un mismo espacio. Gracias, joven cormorán.
Acercaos al humedal de Bolue. ¡Nunca se sabe cuándo puede ser la próxima representación!
En la playa de la Bola. Tras la marejada, la tormenta, los vientos, la lluvia…sale el sol. Y aquí afloran los restos del temporal, maderas, restos vegetales…y algún pajarillo despistado intentando mantener el equilibrio…
…como esta lavandera cascadeña que no parecía estar muy segura sobre su tabla de naúfraga…
…y tampoco se animaba a salir volando.
Un buen rato estuvo sobre la tablilla. Parecía estar disfrutando con la situación, así que la dejamos con sus equilibrios…
…y nos acercamos a este vuelvepiedras que también parecía traido por el oleaje.
Sabemos que se alimenta de minúsculos crustáceos, moluscos, pulgas de agua e insectos costeros, y parece que tras una buena tempestad la comida le salta sola a la boca…
Nuestro cormorán preferido. Siempre viene a saludar…o ¿no es el mismo?
Zampando pececillo tras pececillo, como se puede deducir por su abultado gaznate…
Y el favorito de mi fotógrafo preferido: el martín pescador. Esquivo rayo azul que vemos siempre con el rabillo del ojo hasta que nos da una sorpresa y se detiene un rato…
…permaneciendo quieto el tiempo suficiente para sacarle cuatro foticos. En ésta se le ve atento a lo que se mueva en las cercanías…
…bostezando de aburrimiento…
…y vigilando que no haya moros, digoooo, gatos en la costa…
…hasta despedirnos con este posado que nos dejó encantados de haberle conocido.
Continuación del post sobre las aves residentes en la zona más torrentera de la ría de Bilbao, Abusu-La Peña, donde garzas y cormoranes comparten alimento y público.
Que no es el centro de la city, pero como si lo fuera: en este humilde barrio podréis encontrar un gran parque para pasear, hacer ejercicio y disfrutar de las vistas sobre la ría…
Y si tenéis suerte, divisar en las cercanías al esquivo y aunqueparezcaincreíbleconestoscolores siempre escondido martín pescador…
…o la esbelta garceta blanca, coquetuela ella mientras se mira en el espejo del agua al atardecer…
Sin olvidarnos de aquellas avecillas más modestas en su tamaño pero igualmente llamativas…
La lavandera blanca, agitando su cola saltarina…
El somormujo lavanco que nada entre puentes por toda la ría…
El andarrios chico, habitual entre gaviotas y patos…
La pizpireta gallineta de vivos colores, este año han tenido dificultades para elaborar el nido,
o la lavandera cascadeña, revoloteando inquieta entre rocas y corrientes
el zampullín, encargado de la escuela de buceo…
Pero la más llamativa, grácil y de elegante porte es, sin duda, la garza real:
esta jovencita se mimetiza con el entorno por sus colores grises, permaneciendo quieta cual estatua…
…hasta que decide desplegar sus alas y lucirse en un pase de modelos sin igual, haciendo las delicias de los espectadores.
Diversidad, colorido y habilidades artísticas, son muy txirenes nuestras aves de Abusu-La Peña!