No han hecho más que abrir las fronteras tras la pandemia, y ya tenemos aquí a nuestros primeros turistas, desde los confines del mundo….o los jardines más pijos…
…porque no sabemos de dónde viene. El año pasado apareció a finales de septiembre, estuvo unos días por aquí y voló lejos.
Este año viene tempranero, o ¿no es el mismo?
Yo no consigo ver las siete diferencias. Los dos son altos, guapos, coloridos y simpáticos….y eso es lo raro: el ganso del Nilo tiene un carácter un poquito irascible y no confraterniza bien con otros patos. Sin embargo, este ejemplar compartía comida con gorriones y palomas, se paseaba por la carretera junto a la ría y no parecía temer a los humanos.
Lo cual nos hace pensar en un escape de algún jardín, donde el animalito vivía confinado, pero no lleva ningún tipo de identificación…
…y ante la duda, lo único que podemos hacer es documentar su presencia, teniendo en cuenta que está catalogada como Especie Exótica Invasora.
Y ya, de paso, buscamos las diferencias entre los dos visitantes.
Mientras se pasea contoneándose, luciendo su torso grisáceo, comprobamos el color de sus patas, de un tono rosado claro, que puede variar desde el grisáceo al chicle…como nuestro amigo anterior…
…y para de contar, porque es la única diferencia que consigo ver.
Cierto es que nuestro anterior amigo no se exhibió demasiado, al contrario que éste, que nos ha mostrado sus mejores poses para enseñarnos sus herramientas de vuelo.
O la característica mancha del ojo, que varía en cada ejemplar,
así como la zona marronácea de su nuca.
Algunos gansos del Nilo tienen también una mancha marrón en el pecho, pero en éste no la vemos…
Delicioso contraste de colores, para un visitante ya casi habitual. El próximo año, seguro que nos trae una pareja!