En la playa de la Bola. Tras la marejada, la tormenta, los vientos, la lluvia…sale el sol. Y aquí afloran los restos del temporal, maderas, restos vegetales…y algún pajarillo despistado intentando mantener el equilibrio…
…como esta lavandera cascadeña que no parecía estar muy segura sobre su tabla de naúfraga…
…y tampoco se animaba a salir volando.
Un buen rato estuvo sobre la tablilla. Parecía estar disfrutando con la situación, así que la dejamos con sus equilibrios…
…y nos acercamos a este vuelvepiedras que también parecía traido por el oleaje.
Sabemos que se alimenta de minúsculos crustáceos, moluscos, pulgas de agua e insectos costeros, y parece que tras una buena tempestad la comida le salta sola a la boca…
Nuestro cormorán preferido. Siempre viene a saludar…o ¿no es el mismo?
Zampando pececillo tras pececillo, como se puede deducir por su abultado gaznate…
Y el favorito de mi fotógrafo preferido: el martín pescador. Esquivo rayo azul que vemos siempre con el rabillo del ojo hasta que nos da una sorpresa y se detiene un rato…
…permaneciendo quieto el tiempo suficiente para sacarle cuatro foticos. En ésta se le ve atento a lo que se mueva en las cercanías…
…bostezando de aburrimiento…
…y vigilando que no haya moros, digoooo, gatos en la costa…
…hasta despedirnos con este posado que nos dejó encantados de haberle conocido.
Cada día me gusta más este trocito de playa.