Corría el verano de este año 2019,y decidimos darnos una caminata por las faldas del monte Pagassarri, camino de Arnótegi. Empezamos con mucho brío subiendo la cuesta cuando un rayo de sol nos descubrió un grupo de papamoscas gris entre las ramas…piando como si no hubiera un mañana
Frenamos en seco: pocas oportunidades hay de encontrar una familia completa, desde la cría más tímida
a los más chillones de la familia
llamaban sin cesar a la madre, desde cualquier rama
y la pobre y abnegada progenitora se las ingeniaba para traerles comida una y otra vez
alimentando cada vez a una de ellas, mientras las demás continuaban con sus reclamos
Nos enamoraron. Hasta que se hizo de noche y las dejamos en paz….y seguían piando pidiendo más!
Volveremos a vernos…seguro!