El día 3 de diciembre algún pajarero avispado dió el aviso: una preciosa jovenzuela de Delaware se estaba paseando por la zona de la Peña, en el rio Nervión…En pocos días estábamos todos los curiosos por la zona.
En dos ocasiones pude verla con nitidez pero me faltaba el artista: si no hay fotos que lo justifiquen, a ver cómo convenzo yo a nadie de que la he visto…y por fin, aquí está. Aprovechando estos días de fiesta y sabiendo cuál es su lugar favorito, pudimos verla bien. ¡Nosotros y otros tropecientos fotógrafos! Aquello parecía una convención…
Nop. Esta no es.
Hay que admitir que desde lejos daba el pego: clarita, pico oscuro…jaspeada…pero no. Supongo que será una patiamarilla de segundo invierno, por el manto gris que luce. Pero se vió claro cuando se le acercó una reidora con malas pulgas…
…y pudimos comparar el tamaño. A veces se necesitan ciertos elementos para poner las cosas en perspectiva.
Así que recorrimos un trecho junto a la ría, saludando a la pareja de cisnes que se han convertido en habituales y al martín pescador, como siempre esquivo. Y llegamos a la estación de tren…allí estaba, en la tejavana, observando a los pececillos que recorrían la ría con la subida de la marea.
Esta sí. ¿Veis cómo induce a error? Jaspeada, con manto gris, patas rosadas…y el pico distintivo, rosado con la mancha negra. Por este rasgo se le denomina también como piquianillada.
Levantó el vuelo seguida de su cohorte de reidoras y volvió a su posición anterior. Y todos los fotógrafos detrás.
En esta ocasión nos ofreció otra perspectiva…
Al verla rodeada de sus nuevas amigas, quedó más que claro. El tamaño lo dice todo.
Comenzó el show: chapoteos, alborotos, grititos de las reidoras, grititos de nuestra chica, más chapoteos…
El sonido de las máquinas fotográficas servía de fondo musical.
Terminó la exhibición con un elegante aleteo y la dejamos en paz.
Nos contaron que en realidad tiene un poco de genio y cuando ella decide quedarse con la comida no hay ninguna que se lo discuta…Yo tampoco me enfadaría con ella!