Tarde de invierno, al comienzo de la subida a Arraiz, por supuesto. Racha de días soleados que nos permiten disfrutar con avecillas como ésta. Chochín común, diminuto y saleroso pajaruelo.
Días atrás lo habíamos visto por casualidad, escondido entre unas ramas secas, en el suelo, vimos algo moverse y pensamos en un ratoncillo, algo pardo y diminuto…cuando alzó el vuelo y nos sorprendió.
Sabiendo que andaba por la zona, decidimos llamarle con un reclamo. Y allá que aparece, todo curioso, casi enfadado con el supuesto intruso
entablando una conversación muy animada, moviendo sus alas en un subeybaja constante
posando para nosotros en esta bonita postura en la que se aprecia la belleza de sus alas
reclamaba su terreno a pleno pulmón, como el mejor intérprete de cante jondo
tomándose un respiro antes de la siguiente , haciéndose esperar como buen divo
y lanzándose entusiasmado a por la siguiente tonadilla
hasta que decidió que el concierto se había terminado, que no habíamos pagado la entrada
y, harto ya de nuestra presencia, nos hizo saber su deseo de estar solo…
Aquí lo tenéis cantando muy animado. Mañana nos llevamos la guitarra!
Canto pa’ mis amigos