No, de las de verdad, de las palomas que conocemos todos, esas de variados colores producidos por las sucesivas mezclas y mixturas, que van desde el blanco más limpio hasta la mezclilla de tonos más curiosa.
De la paloma bravía como ésta descienden la mayoría de las inquilinas de nuestra ciudad, mezcladas y remezcladas hasta perder la color…
Y pocas quedan ya que tengan los colores nítidos y diferenciados. Lo más habitual es que sean…
variadas y diversas. Aunque de vez en cuando nos sorprendan entre ellas algunas más definidas como la paloma blanca.
Algunas tienen en la mirada un queseyó que impone un poquito…algo tendrá que ver la coloración de sus ojos.
Otra paloma, la torcaz, es residente y emigrante, es decir, que durante el año la vemos poco y luego llegan los meses de abril y septiembre y florecen como las margaritas tras un día de lluvia…
Y para terminar, os presento a la tórtola: se confunde fácilmente entre sus colegas palomas, pero es diferente: ya es típico en nuestra ciudad observar a la tórtola turca, más fina, más esbelta, de tono monocromo y rayita negra en el cuello. Habitual en el parque de Doña Casilda, parque de los patos de toda la vida, y cada vez más a lo largo y ancho de la city.
Me gustaría poder mostraros una buena foto de la tórtola europea, más colorida que su prima oriental, pero no hemos tenido suerte aún en divisarla y sacarle guapa. esperemos que hacia septiembre aparezca en nuestro querido Arraiz. Hasta entonces…¡Paz!