Arraiz, como siempre.
Todo empezó hace unos tres años, cuando descubrimos un par de cornejas de extraño aspecto: tenían las patas y picos de un rojito subido. Pues va a ser que cornejas, de las negras, esas cornejas metomentodo…no son.
Al año siguiente, el año de la pandemia, comprobamos que se habían reproducido. Que nosotros sepamos, claro…Un año había dos y al siguiente, cinco, tres de las cuales eran juveniles. Blanco y en botella, leche, digooooo, chova.
Y pasa el tiempo. En el año posterior les perdimos la pista. Es cierto que alguna chova perdida aparecía de vez en cuando por las campas, entre las vacas. O entre las torres…
…hasta hoy, que ha amanecido soleado. Primer domingo de Mayo, día de la madre, un día perfecto para subir a regodearnos en la naturaleza, ya que también es el día del trabajador y aquí no trabaja ni d…eso, que no trabaja nadie.
Perfecto domingo de familiada, con ganas de confraternizar.
Y allá que nos llegan nuestras buenas amiguitas las chovas piquirrojas.
En un precioso momento de locura pudimos observar una miríada de ellas asustando a madres, yernos, nueras, nietos, allegados diversos, que corrían en desbandada pensando que se estaba haciendo realidad el film «Los pájaros» de Alfred Hitchcock. Estamos seguros de que este excelente cineasta hubiera disfrutado de la situación.
¡El pequeño núcleo familiar de dos progenitores y tres churumbeles había dado paso a una bandada de unas treinta aves en diferentes grados de crecimiento!
El gran misterio es saber de dónde procedían. Quizás hicieron un viajecito desde Orduña, donde es habitual ver grandes grupos, quizás llegan desde la zona del duranguesado, o de Álava, quién sabe.
El caso es que durante todo el mes de mayo, con sus calorinas y sus chaparrones, el grupo de unas treinta chovas ha ido aumentando, hasta contar el medio centenar. Han colonizado las campas y picotean entre las vacas con sus becerros y las yeguas con sus potrillos. Y por fin, ¡Por fiiiiin!, se dejan fotografiar de cerca.
Y parece que entre tanto ejemplar, se forman nuevas parejas. Con suerte, cuando el resto de la bandada vuele en busca de mejores pastos, éstas se quedan a vivir por aquí y aumenta la población local.
Censo a día de hoy, tropecientas. Mañana ya veremos. Con que aumente la familia local, ya somos felices.
La Naturaleza manda…