Recordáis que hacia mediados de Marzo, cuando nos dejaron salir un poquito, localizamos a estas fantásticas cigüeñas recién llegadas, construyendo lo que parecía su primer nido sobre un pino…que al parecer no es un pino, sino un cedro. Queda claro que yo, de botánica, cero patatero…
Pues hemos vuelto con deseos de saber, de comprobar si la unión había llegado a buen fin y ya podíamos disfrutar de la visión del primer vástago…
…del segundo, un poco más escondido…
…y del tercero, más tímido pero no menos curioso.
Los tres cigoñinos asomaban por turnos, pero uno de ellos era, sin duda, el que llevaba la voz cantante…
…asomaba una y otra vez, dejando a sus hermanos escondidos entre las ramitas del nido.
Pudimos observar cómo el progenitor ladeaba la cabeza a uno y otro lado como escuchando una llamada en la lejanía y procedía a abandonar el nido…
…dejando espacio a su pareja, que llegaba cargadita de viandas,
y procedía a repartir con cuidado entre tanto pico hambriento.
Tras la merendola, los cigoñinos hicieron ejercicios de alas, preparándose para sus próximos vuelos.
Aprovechando que los polluelos descansaban con la tripa llena, pudimos observar con detenimiento las diferencias entre las cigüeñas macho y hembra. Así de elegantes y estilosas las vimos en marzo…
…y así las vemos ahora, en una foto no muy favorecedora, ya que la luz del día influye mucho. La hembra tiene el pico de menor tamaño, de un tono más claro, y sus plumas pectorales parecen ligeramente más…desplumadas.
Y el macho mantiene el color intenso en el pico de mayor tamaño y el penacho al viento.
En unos días volvemos a ver cómo los pequeñines realizan sus primeros vuelos, si tenemos suerte!!!