Y la tormenta pasó, 2ª parte.

Unos días después podimos volver a la playa de la Bola, en Algorta, a comprobar el estado del correlimos cojito.

O se había marchado o se había curado, porque en vez de uno solito vimos…dos.

Correteando por toda la playita entre los restos de la última marejada. –Por cierto, es desesperante ver la inmensa cantidad de plásticos entre los restos, no es de extrañar que nos alimentemos de microplásticos. Esperemos que esto cambie en un futuro próximo, muy próximo…-

Siempre es difícil describir más o menos el tamaño de un pajarillo, así que aprovechamos la oportunidad que nos brindó esta gaviota reidora, para estimar que nuestro correlimos se asemeja a una pequeña bolita de nieve…

…aunque junto a la lavandera blanca pareció crecer.

Por allí llevaba unos cuantos días otra visitante inusual, una serreta mediana.

Se le veía cómoda con la cantidad de fotógrafos que había sacándole guapa…

…y nos ofreció su mejor perfil. –En los escasos ratos en que emergía de su pesca submarina, claro.

Pero la que se llevó los mejores aplausos fue esta garceta blanca con su habilidad para la pesca.

Lo mismo atrapaba a un sargo real, de los que se esconden entre la arena del litoral rocoso…

…como a…-bueno, no tengo ni idea de cómo se llama este pececillo-…

Y esto creo que es una angula crecidita en proceso de convertirse en anguila. ¡Ups, se acabó el proceso…!

Mientras observábamos a la garceta, se nos coló esta lavandera cascadeña con ganas de protagonismo. Aquí mirando fijamente a la cámara…

…y aquí empujada por el viento, enseñándonos sus enaguas-color-rayo-de-sol.

A la hora de marchar nos llamó la atención un cernícalo que pareció caer contra los arbustos. Al parecer, una fortísima ráfaga de viento lo había empujado a realizar un aterrizaje forzoso. Por fortuna se recuperó rápidamente.

Pareció apoyarse en la rama de un árbol y mi primera impresión fue que se había roto un trocito de la misma…pero no.

Realizó una captura, se apoyó en una farola para engullirla, y prosiguió vuelo.

La pena es que nos quedamos sin ver a unos falaropos que andaban por allí. O quizás ya habían continuado viaje…Otra vez será.

Llega la tormenta, 1ª parte.

Se acabó el verano extendido a lo largo de tooodo el mes de octubre y parte de noviembre. Este año el ahora denominado «veroño» se ha quedado más tiempo del habitual, llegando a coincidir con el movimiento migratorio de miles de aves.

Si añadimos las tormentas propias de la época a tan inusual situación, obtenemos como resultado una mayor afluencia de pajarillos viajeros en nuestras costas…como ha sucedido en la conocida como playa de la Bola, en Algorta.

El primero que nos ilusionó fue este charrán. Elegante, rápido, estilizado, con frente blanca y pico negro…¿con pico negro? ¿será un charrán ártico???

Lo observamos bien. Sus giros y evoluciones…

…piruetas y picados…patas rojas…

…vuelo veloz, incisivo..

…chapuzones buscando alimento…

…Pero no. Como se aprecia por las marcadamente oscuras primarias, es solamente un juvenil de charrán común. Y las ilusiones que nos habíamos hecho…

A cambio de nuestra decepción, se esforzó en deleitarnos interaccionando con otro visitante, este ejemplar de colimbo chico,

el cual recorrió de lado a extremo y de punta a cabo toda la playa de la bola, desde las rocas bajo el paseo hasta el edificio de la Cruz Roja, solazándose en el momento de calma entre lluvias y ráfagas racheadas…

y manteniendo pequeños altercados con el chico de la boina.

Nos han contado que nuestro charrancillo estuvo importunando también a un cormorán de la zona, en su empeño por robarles algo de comida…y en todas las ocasiones se fue con el pico vacío. ¡Otra vez será, compañero!

Tras un par de chaparrones y notando que el viento se iba enfureciendo, dimos una rápida vuelta de reconocimiento hasta que… encontramos a esta pequeñina. Lo que en principio nos pareció una reidora con las alas demasiado oscuras, resultó ser una gaviota enana.

Aguantamos bajo la lluvia el tiempo suficiente para una tirada de fotos y dimos por terminada la sesión, pensando en volver cuando se calmase la tormenta.

El mal tiempo también trajo hasta la playita a otro visitante inusual, el correlimos tridáctilo…tenía una de sus patitas un poco perjudicada y temimos por su supervivencia, pero…

…-continuará-…