Podría decirse que en Noja tenemos nuestra segunda residencia: por un módico precio y cierta habilidad montando la tienda de campaña podemos disfrutar de la hospitalidad del camping Los Molinos, junto con nuestra pizpireta perrilla, Itzal.
Llegamos a mediodía y ya nos estaba esperando este mozuelo extremadamente rubio para los tonos habituales de los ratoneros. Nos tuvo en duda: que si busardo, que si milano «deslavao», que no, cómo va a ser un milano, que si mírale el dibujo de las alas…Pos eso, como no le vimos en vuelo, busardo, ale.
Si algún experto en la sala me jura que es milano, sería el más clarito jamás visto. Así que yo sigo con lo mío. Bu-sar-do!
Tras un baño rápido en la playa de Trengandín, nos tomamos un descansito junto al mirador de la marisma de Victoria. Allí vimos hace un par de años este magnífico lagarto verdiazul que nos dejó extasiados. Y ya que estábamos, nos comimos un bocata, que la playa da hambre.
Acabado el tentempié, nos acercamos a el Molino de las Aves, donde se pueden observar tooooodas las que se acercan a la marisma Victoria. Pululaban por el lugar unas cuantas cigüeñuelas, que este año se han prodigado por la zona.
Algo tendrá que ver la menor presencia de depredadores. (No sé, a mí me lo han contado…) Parece que cuando hay menos presencia de garzas, el resto de las aves están más tranquilas y …
…se dan mejores condiciones para su asentamiento y reproducción.
Por otro lado, nos sorprendió la escasez de fochas, acostumbrados a verlas en cantidad por esos lares…
…y al comentarlo, nos dijeron que este año los cisnes se han hecho los dueños de la marisma, imponiéndose a otras aves…
Y como tienen muuuucho carácter -por no decir mala uva-, las fochas han elegido parajes más tranquilos para anidar.
Oteando el horizonte reconocimos a la garza imperial, patrullando los arenales…
…hasta que detectó algo por el rabillo del ojo…
…y en el tiempo que nos llevó enfocar, ya tenía su presa bien pillada.
Entonces comenzó el espectáculo: que si este bicho es muy grande y no me cabe por el gaznate, que si me lo trago y lo vuelvo a echar…
Tres intentos le costó poder engullir lo que creemos que era una rata de agua. Y después se quedó absolutamente inmóvil mientras el bicho descendía por su garganta…
Dejamos en paz a la garza y volvimos nuestra atención hacia una preciosa espátula en pleno proceso de acicalamiento.
A pesar de los niños visitando el molino entusiasmados ante tanta variedad, y los padres disfrutando de la algarabía, ella seguía a lo suyo…
Absortos en la observación de la señorita de blanco y las pequeñas cigüeñuelas, surgió la vocecita de un chavalín:
¿Y eso qué es? ¿Un pingüino?
Y de repente estábamos todos sacando fotos al martinete.
Hay que reconocer que, a pesar de ser pariente de las garzas, tiene un aspecto más redondito y «pingüinil».
Con la llegada de más visitantes al Molino de las Aves y teniendo en cuenta el cansancio del día, nos separamos de los futuros pajareros para tomar la última foto de la visita: esta preciosa lagartija tomando el sol en las piedras exteriores.
Noja siempre nos sorprende. ¡Hasta la próxima!