En el humedal de Bolue, mientras los pajareros esperan la fugaz aparición del siempre presente pero esquivo martín pescador, se divisa un lejano punto en el cielo. El oscuro punto se acerca, se agranda…y se introduce en el agua mansa resurgiendo en forma de joven cormorán.
Bucea con un nítido chapoteo, alborotando a la nívea garza, las cuatro gallinetas y la media docena de ánades azulones que se alimentan por la zona. Tras un par de largos bajo el agua, emerge y vuela hasta el tronco más cercano, que resulta ser el que mejor nos pilla para fotografiarle…
Precioso espectáculo representación del ciclo corto de lavado (ni cinco minutos ha tardado).
Y ahora es cuando comienza el ballet, sólo falta la música de orquesta de fondo.
En ese momento el rumor del agua y las hojas de los árboles al compás del viento generan una perfecta sinfonía, que nos hace recordar la famosa danza…
Y nos quedamos con la sensación de haber recibido un digno regalo. La naturaleza y el arte en un mismo espacio. Gracias, joven cormorán.
Acercaos al humedal de Bolue. ¡Nunca se sabe cuándo puede ser la próxima representación!
Esta curiosa limícola nos llama la atención: su trabajo habitual consiste en, ni más ni menos, levantar piedras. Sí, ahí donde la ves, la levantadora de peso más hábil del mundo mundial es una pequeña avecilla habitualmente costera, aunque últimamente, ya sea por las calores habituales o por afán de turismo, está siendo vista por el interior en lugares como Salburua.
Esta chiquitaja que gusta de revolver en limos y fangos se distingue por sus patas naranjas, plumaje de varios colores y un pico corto con el que hace palanca para dejar al descubierto la comida.
Existe una diferencia clara en época de cría: los machos se disfrazan con una hermosa careta blanquinegra, dorso anaranjado y negras líneas de curioso dibujo…
…mientras que las hembras también cambian sus colores pero de manera menos llamativa, con rayas negras en la cara y en general tonos más apagados.
Los ejemplares que no están en edad de buscar pareja no tienen color naranja pero sí ciertas líneas negruzcas en la cara, pareciéndose más a los juveniles…
…pero con el color terroso más oscuro.
Uno de sus lugares preferidos para la búsqueda de alimento es la costa tras una buena tormenta. Allí disfrutan rebuscando entre palitos, restos de maderas, piedrillas y algas variadas.
Como son aves viajeras podemos verlas en grandes grupos durante los pasos migratorios, en mayo cuando viajan a los países más fríos de Europa para su reproducción y en septiembre cuando vuelven con los polluelos.
Pero hay unos cuantos que deciden tener a sus vástagos aquí, será debido al clima o a que se sienten bien acogidos…
Y así es como hemos podido observar a las nuevas generaciones de vuelvepiedras…
…en zonas costeras, como Algorta, embarcaderos como en Portugalete y sobre todo, en las rocas de la playa de la Bola, donde se reúnen con chorlitejos y garzas.