Santoña, sábado morning, soleado y cálido día. Extenso paseo por toda la zona de marismas sin ver más que alguna garceta despistada y unas cuantas gaviotas. Y el sol apretando. Buscando la sombra para descansar un ratito se nos cruza una imagen por el rabillo del ojo…
…y enfocamos nuestras miradas hacia esta fantástica garza imperial que se pasea por la orilla echando pequeños vistazos al agua.
El fotógrafo ni respira mientras prepara la cámara. Hasta nuestra perrita ha detectado la tensión y corre a buscar una sombra, sabiendo que vamos a estar un ratito largo sin movernos.
Nuestra preciosa ardeida apunta con su largo pico a modo de arpón fijando su objetivo…
…y en lo que dura un click sin darnos tiempo a pestañear ya se ha lanzado a por su presa.
No parece tan fácil sacarla, se produce una pequeña pelea…
…y la cabeza de la garza emerge con algo firmemente atrapado en su pico…
…que resulta ser una hermosísima anguila, retorciéndose..
…y enroscádose en el afilado estilete, buscando la forma de librarse de su captora…
…casi trepando por su cabeza…
…intentando escurrirse y rebelándose hasta el punto en que muerde firmemente la parte inferior del pico. Y no se suelta!!!
Durante unos instantes parece que se van a quedar así, en tablas. Ni la garza se deshace de la anguila ni la anguila se suelta del pico.
Hasta que el ave le da un par de meneos, golpes contra el suelo, sacudidas, la agita en el agua con decisión…
…y consigue ganar la pelea. Y lo siguiente que hace la garza nos sorprende:
Deposita a su presa muy suavemente sobre la hierba, la observa unos instantes…
…y se da media vuelta. ¿Ha realizado un trabajo tan duro y ahora no se la come?
Pues estará llenando la despensa. ¿O quizás era un regalo para su novia?
Y allí la dejamos, oteando de nuevo la superficie del agua, preparando la comilona del domingo.
Gracias, arderea purpurea, ha sido genial!